jueves, 7 de julio de 2011

Sistema de Escritura

 

Jeroglíficos usados en la ciudad de Palenque.
El sistema de escritura maya (a menudo llamada jeroglífica por un vago parecido superficial con la escritura del Antiguo Egipto, con la que no se relaciona) era una combinación de símbolos fonéticos e ideogramas, en realidad la estructura pictográfica es más parecida al chino, donde los ideogramas pueden anidarse para formar conceptos más complejos, a la vez que funcionar sólo como representaciones fonéticas. El desciframiento de la escritura maya ha sido un largo y laborioso proceso. Algunas partes de ésta fueron descifradas a finales del siglo XIX y a principios del siglo XX (en su mayoría partes relacionadas con números, el calendario, y astronomía), pero los mayores avances se hicieron en las décadas de 1960 y 1970, y se aceleraron de allí en adelante, de manera que ahora la mayoría de textos mayas pueden ser leídos casi completamente en sus idiomas originales. Los misioneros españoles, en su afán por imponer y arraigar la religión cristiana entre los indígenas, para acelerar el proceso de catequización, ordenaron la quema de todos los libros mayas poco después de la conquista.[1] El hecho fue un gran golpe a la conservación del conocimiento de la antigua escritura maya. Aunque muchas inscripciones en piedra aún sobreviven (la mayoría de ciudades que ya estaban abandonadas cuando llegaron los españoles), sólo tres libros y algunas páginas de un cuarto sobreviven de las antiguas bibliotecas. Terrones rectangulares de yeso son un descubrimiento frecuente en la arqueología maya; parecen ser restos de lo que una vez fueron libros, después de que todo el material orgánico se pudrió.
En referencia a los pocos escritos mayas precolombinos aún existentes, Michael D. Coe, arqueólogo de la Universidad de Yale dijo:
Nuestro conocimiento del pensamiento maya antiguo representa sólo una minúscula fracción del panorama completo, pues de los miles de libros en los que toda la extensión de sus rituales y conocimientos fueron registrados, sólo cuatro han sobrevivido hasta los tiempos modernos (como si todo lo que la posteridad supiera de nosotros estuviera basado en tres libros de oraciones y El Progreso del Peregrino).
Michael D. Coe, The Maya, Londres: Thames y Hudson, 4ª ed., 1987, p. 161.
En cuanto al estudio de la escritura maya existen dos versiones:
Por la primera versión tenemos a los epigrafistas. Entre éstos comenzamos con Constantin Rafines, que en 1832 fue el primero que descifró los glifos numerales. Después tenemos al ruso Yuri Knorozov, quien realizó un estudio para descifrar la lengua maya, el cual fue bloqueado por varios arqueólogos. Sin embargo sus esfuerzos son ahora reconocidos por los estudiosos de la civilización maya. Actualmente existen cerca de 30 epigrafistas en el mundo.
Por la segunda versión tenemos al Doctor Ramón Arzápalo Marín, filólogo y mayista (no epigrafista aunque conoce bien su lengua) quien declara que hasta el momento ha habido varios fracasos por descifrar la escritura maya, pues no es alfabética (como Diego de Landa propuso) ni silábica sino logoideográfica. En este tipo de escritura se dificulta la lectura al tener, como otras lenguas, expresiones populares y religiosas, frases idiomáticas, etc.
Los progresos de los epigrafistas hacen que se puedan leer, entre otros documentos, las estelas y ahora han salido a la luz informaciones reveladoras, como las fechas, los acontecimientos, los nombres y cargos de los personajes, los lazos familiares y en ocasiones aparece la frase “se lo comió”, haciendo referencia al canibalismo ritual. El trabajo de los epigrafistas es muy interesante y son ellos quienes se encargan de descifrar la escritura maya. Varias universidades preparan actualmente más generaciones de epigrafistas.
Hay que tener en cuenta la complejidad de este sistema de escritura ya que estudios recientes demuestran que los mayas usaban en sus textos el sistema alfabético y el sistema ideográfico incluso en la misma palabra.

Arquitectura

Durante esta época de la cultura maya, los centros del poder religioso, comercial y burocrático crecieron para convertirse en increíbles ciudades como la preclásica El Mirador, la mayor del clásico Tikal y las post clásicas Chichén Itzá y Uxmal. Debido a sus muchas semejanzas, así como a sus diferencias estilísticas, los restos de la arquitectura maya son una clave importante para entender la evolución de su antigua civilización.

Diseño urbano

Chichén Itzá, en México en 1988 declarado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad .
Tikal en Guatemala en 1979 declarado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.
Mientras las ciudades mayas se dispersaban por la diversa geografía de Yucatán y Guatemala, el efecto de la planeación parecía ser mínimo; sus ciudades fueron construidas de una manera orgánica (aparentemente descuidada), adaptándose a la topografía de cada ubicación en particular. La arquitectura maya, como la del resto de Mesoamérica, tendía a integrar un alto grado de características naturales. Por ejemplo, algunas ciudades existentes en las planicies de piedra caliza en el norte de Yucatán se convirtieron en poblaciones muy extensas, mientras que otras construidas en las colinas del río Usumacinta utilizaron los altillos naturales de la topografía para elevar sus torres y templos a grandes alturas. Aún así prevalecía algún orden, requerido por cualquier ciudad de grandes dimensiones. Un elemento básico lo eran las cuevas ya sea naturales o artificiales, así como las pirámides que hacían las veces del inframundo Xibalbá y el contacto con los dioses del supramundo. Esto es muy notorio en una ciudad como Cancuén, la cual carece de pirámides importantes, pero tiene el Palacio más grande de los mayas, la ciudad está rodeada de montañas naturales witz con cuevas, por lo que no tuvieron que construirlas. Al comienzo de la construcción a gran escala, generalmente se establecía un eje predeterminado en congruencia con ciertos puntos notables de observación astronómica y dependiendo de la ubicación y la disponibilidad de recursos naturales (pozos o cenotes). La ciudad crecía conectando grandes plazas con las numerosas plataformas que formaban los cimientos de casi todos los edificios mayas, por medio de calzadas sacbeob. Las principales ciudades mayas como El Mirador y Tikal fueron más grandes que las del centro de México o el valle de Oaxaca.
En el corazón de las ciudades mayas existían grandes plazas rodeadas por sus edificios gubernamentales y religiosos más preciados, como la acrópolis real, grandes templos de pirámides, y ocasionalmente canchas de juego de pelota. Inmediatamente afuera de este centro de rituales estaban las estructuras de los menos nobles, templos más pequeños, y santuarios individuales. Esencialmente, mientras menos sagrada e importante era una construcción, mayor era el grado de privacidad. Mientras se añadían más estructuras, y las existentes se reconstruían o remodelaban, las grandes ciudades mayas parecían tomar una identidad casi aleatoria que contrasta profundamente con otras grandes ciudades mesoamericanas, como Teotihuacan y su construcción rigurosamente regida por dos ejes perpendiculares. Aún así, aunque la ciudad se disponía de la forma en que la naturaleza dictara, se ponía cuidadosa atención en la orientación direccional de los templos y observatorios para que fueran construidos de acuerdo a la interpretación maya de las órbitas de las estrellas. Afuera del centro urbano constantemente en evolución, estaban los hogares menos permanentes y más modestos de la gente común.
El diseño urbano maya podría describirse fácilmente como la división del espacio en grandes monumentos y calzadas. En este caso, las plazas públicas al aire libre eran los lugares de reunión para las personas, así como el enfoque del diseño urbano, mientras que el espacio interior era completamente secundario. Sólo en el Posclásico Tardío las grandes ciudades mayas se convirtieron en fortalezas que carecían, en su mayor parte, de las grandes y numerosas plazas del clásico.

El juego de pelota

Juego de pelota.
Los mayas concebían al juego de pelota como un ritual. El juego de pelota representa los orígenes del universo y pretende reactivar los mitos de la creación del maíz y otros fenómenos astronómicos. Éste es un rito de iniciación, muerte y renacimiento que legitima la acción militar y el poder político. La lucha (de jugadores, astros o la pelota) puede representar el encuentro entre los gemelos (del Popol Vuh) y los dioses del inframundo. Este juego tuvo diversas variantes según la época y el lugar, por general se utilizaba una pelota hecha de caucho que se golpeaba con la cintura, las rodillas, los hombros y los codos.
El objetivo del juego era hacerlo pasar por un delgado anillo que se colocaba en una de las paredes del campo de juego aun en la actualidad es practicado en Guatemala en su forma ritual y en México en una nueva forma de expresión turística o puramente deportiva.
En otros lugares, donde los campos de este juego carecen de anillos-marcadores, se cree que el ganador se decidía por el equipo o jugador que ganara líneas en la cancha hasta acorralar al adversario (como en el fútbol americano).
El número de jugadores varía y en ocasiones los jugadores usaban “raquetas” o bastones. Se protegían el pecho y la cabeza, evitando los fuertes golpes de la pelota. El juego podía durar día y noche y no hay fuentes históricas donde se hable del sacrificio humano o donde el derrotado era decapitado.
Algunos historiadores estiman que el jugador que perdía la vida era, en realidad, un prisionero de guerra, obligado a jugar por los victoriosos. Este jugador-prisionero de guerra débil, cansado y con heridas perdía el juego, era sacrificado y formaba parte de un rito de fertilidad pues iba a un paraíso. No siempre este juego terminaba con sacrificios humanos, pues se hacía apuestas y lo perdido era sólo lo apostado (según fuentes históricas aztecas). En algunos campos mayas de Guatemala y Honduras el jugador que vencía perseguía a los asistentes ya que por regla tenía derecho de despojarlos de las pertenencias que más le gustaran.

Religión

Representación tradicional de Ixtab, diosa del suicidio.
Dominando la mayoría de los aspectos de la vida de los mayas, se encontraba la religión, siempre presente y dejando sentir su influencia en los ritos agrícolas, en las ceremonias públicas, en el arte y la cultura. Su importancia fue muy grande, si se toma en cuenta que estuvo fuertemente ligada al control político, a la ideología que sustentó a la civilización maya y que, como las ciencias, estuvo también en manos de un grupo especializado, el de los sacerdotes. La religión maya tenía tres características fundamentales:
  • Religión politeísta: Se adoraba a varios dioses a la vez.
  • Religión de Aspectos Naturalistas: Los dioses eran los elementos, los fenómenos atmosféricos, los cuerpos celestes.
  • Religión Dualista: Partía del principio de que el bien y el mal son igualmente divinos. Los dioses del bien estaban en constante lucha con los dioses del mal, pero eran tan inseparables uno del otro como el día y la noche. Otros ejemplos son: el padre fecundante y la madre fecundada; la vida y la muerte (lo más parecido que podemos encontrar es tal vez el yin y el yang). Los destinos de la humanidad se veían afectados siempre por esta lucha. Los dioses benévolos producían cosas positivas, como el trueno, el rayo, la lluvia, el maíz y la abundancia. A los dioses malévolos en cambio, se les atribuía el hambre y la miseria causadas por los huracanes, las sequías y la guerra sembradora de muerte y destrucción. Un excelente ejemplo de esto es una representación en un códice en la que Chac, dios de la lluvia, planta un árbol, mientras que a su lado Ah Puch, dios de la muerte, lo arranca y lo rompe en dos.

Dioses mayas

  • Hunab Kú: (Su nombre significa "un solo dios ") Dios Creador. Era el principal dios maya, creador del mundo y de la humanidad a partir del maíz. En relación con esto, Domingo Martínez Paredes en su libro Hunab Ku, Síntesis del pensamiento filosófico maya, nos dice:
"Analizados detenidamente los conceptos éticos y estéticos del pueblo maya, desde las obras materiales hasta las del intelecto, fuimos llegando a conocer —gracias al análisis lingüístico y filológico—, la realidad de la expresión hunab ku, como "dador del movimiento y la medida", ya que los elementos de que se compone lo revelan así: hun, "único", "solo"; nab, "medida" y "movimiento" y ku o kub, "dador".
Domingo Martínez Paredes
Hunab Ku (padre y señor de todos los dioses), es considerado el ser absoluto, que jamás fue representado bajo ningún aspecto o concepto, y que sin embargo, estaba presente en todo como dador de la medida y el movimiento.
Hay un dios que preside la guerra, los sacrificios humanos y la muerte violenta. Los dioses principales o más conocidos son, Kukulkán en el Período Posclásico, Chac, Itzamná, Ah Muken Kab (el dios descendente), y trece dioses del mundo superior (Oxlahun Ti K'u) y nueve del inframundo (Bolon Ti K'u).

Concepción del Mundo

Los mayas concebían al cosmos compuesto por 13 cielos, uno sobre otro, siendo la tierra la capa más baja. Sobre cada cielo presidían trece dioses, llamados los Oxlahuntikú. Bajo la tierra había otros nueve cielos, también en capas, sobre los que presidían los Bolontikú. El último de estos cielos era el Mitnal, el infierno maya, reino de Ah Puch, señor de la muerte.
Creían que, antes que el suyo, habían existido otros mundos destruidos todos por el diluvio. El mundo actual era sostenido por cuatro hermanos guardianes llamados Bacabes, localizados en los cuatro puntos cardinales. En el centro del mundo maya se encontraba el Yaxché, o ceiba sagrada, cuyas ramas se elevaban a los cielos y cuyas raíces penetraban en el inframundo.

Ritos

Las pirámides son sus templos y los fieles asistían a las ceremonias al aire libre, abajo y al frente, de la pirámide-templo. Solicitaban de sus dioses los dones de la vida, la salud y el sustento, a cambio de los cuales realizaban una serie de ofrendas y de ceremonias purificadoras inmersas en un complejo ritual. Practicaban los flechamientos y arrojaban a los niños, doncellas y piezas de oro al Cenote Sagrado de Chichén Itzá, como ofrenda al dios Chaac. El autosacrificio tenía muchas variantes, como por ejemplo cuando ellos se sacaban sangre de diversas partes del cuerpo con punzones de hueso o espinas de maguey y ofreciéndolas en tiras de papel.
Sylvanus G. Morley, en su obra «La civilización maya», observa que
"Las oraciones formaban un elemento esencial del ritual maya, y la ayuda de los dioses se buscaba en todo género de actividades, en la adivinación, profecía y horóscopos, en los ritos de la pubertad y del matrimonio, en toda clase de ceremonias generales, para librarse de dificultades, y para reprimir al diablo que las causaba, para conseguir la maternidad para una mujer sin hijos, para expulsar a los espíritus malignosantes de comenzar cualquier ceremonia, para evitar la sequía y las plagas de langosta que producían el hambre, la enfermedad, el robo y la discordia y cambios dinásticos y jerárquicos que conducían a la guerra, y para tener éxito feliz en toda clase de empresas, agricultura, caza, pesca, comercio".
Sylvanus G Morley
La danza era también una parte importante del ritual. Tanto hombres como mujeres tenían sus bailes particulares y rara vez bailaban juntos. El baile de Holcan Okot, por ejemplo, era realizado por 800 guerreros que se movían con precisión absoluta mientras invocaban la ayuda y protección de Kakupakat.
Las fiestas dedicadas a los dioses se celebraban en las fechas fijas establecidas por el tzolkin o calendario ritual. Los sacerdotes organizaban las ceremonias, la ornamentación de los templos y la presentación de las ofrendas. Había también juegos de pelota (pot-a tok), dramatizaciones, procesiones y otros festejos.
Elementos de las ceremonias
Los mayas tuvieron un calendario para diversos festejos y ceremonias. Entre las ceremonias que aún se practican tenemos al Ch’a Chaak, encabezada por el H-men (especie de Chamán), para invocar a los Chaques, ayudantes del dios de la lluvia cuando la temporada de lluvias se retrasa. Se creía que las cuevas de la península, especialmente Loltún y Balankanché, eran lugares para entrar al inframundo. A mediados del siglo pasado, en la Guerra de Castas, tuvo una actuación destacada la Cruz Parlante, elemento propio de la religión maya, la cual es independiente de la cruz cristiana. La Cruz Maya la vemos en Palenque (Chiapas) y es una estilización del árbol cósmico o de la planta del maíz. Esta cruz es un símbolo de las 4 direcciones o ángulos del mundo y deidad por sí sola. El uso de la Cruz Parlante entre los mayas participantes en la Guerra de Castas (mediados del siglo pasado) fue un factor que los unió y los hizo resistir situaciones muy difíciles. La localidad donde se localizó la Cruz Parlante se le conoció como Chan Santa Cruz y ahora como Felipe Carrillo Puerto. Es importante recalcar que la Guerra de Castas permitió a los mayas recuperar la soberanía en un territorio y éste es el único caso en su tipo en América. Actualmente se sigue venerando a la cruz y se le viste con hipiles (vestidos típicos), espejos, flores y diversos adornos entre los mayas de Yucatán y los tzotziles de Chiapas.

La muerte en la religión maya

Según la religión maya, después de la muerte el alma emprende un camino a Xibalbá (Metnal, Mundo Subterráneo o Inframundo), donde debe atravesar un río ayudado de un perro (el xoloitzcuintle). El hecho de portar una pieza de jade le facilitará las cosas. El peregrinaje terminará en el sur adonde llega el alma (el inframundo para las culturas nahuas —entre ellos los aztecas o mexicas— se asocia con el norte y el color negro; para los mayas con el sur y el color amarillo). Sin embargo, hay un paraíso en el cielo donde las almas afortunadas de los guerreros muertos en combate (muerte sagrada) acompañan al Sol.
Entre los diversos tipos de muerte sagrada en Mesoamérica se encuentran: las mujeres embarazadas muertas en el primer parto; las personas ahogadas, suicidadas, muertas de lepra o sacrificadas y los guerreros muertos en batalla pues la calidad de vida (buena o mala) no importaba tanto como la forma de morir. Al final, las almas de los que morían sagradamente también descendían al inframundo. Los mayas consideraban que el alma de una persona que iba al inframundo renacía (renacimiento) en un individuo de la misma especie, sin ningún recuerdo de la vida anterior. Se debe recordar que al interactuar la gente del centro de México con los mayas, en ocasiones vamos a encontrar ideas religiosas, y de otros tipos, entrelazadas y debemos ser cautos para distinguir en lo posible, si son ideas mayas o de otros lugares.
Así mismo los mayas conservaban los cráneos de sus antepasados y les hacían ofrendas de alimentos (rito a los antepasados).

Sacrificios humanos

Los sacrificios humanos eran una práctica común en los pueblos de Mesoamérica. Para poder explicar mejor el origen de los sacrificios humanos debemos entender la razón de la creación del hombre en un libro sagrado de los mayas: el Popol Vuh. En este libro quiché se relata el modo en que los dioses originales acordaron crear al mundo, ya que el mundo servirá como habitación del hombre. La misión del hombre es venerar y alimentar a los dioses. Pero del mismo modo en que los hombres comen maíz, y éste es un alimento material; los dioses en tanto seres sobrenaturales debían alimentarse de un alimento sobrenatural: la energía cósmica que se encontraba en la sangre y el corazón de los sacrificados.
Algunos autores (entre ellos Marvin Harris) argumentaron que el sacrificio humano en Mesoamérica se debía a la necesidad proteínica de los pueblos de la región. Sin embargo, hay que señalar que aunque se practicó el canibalismo, éste no fue nunca extensivo a toda la población ni cotidiano. El canibalismo era un acto ritual del que estaban excluidas las clases más bajas de la sociedad. Además, el sacrificio mortal no era el único tipo de sacrificio que practicaron los mesoamericanos, como muestran las pinturas de Bonampak, donde es posible observar a miembros de la clase dirigente (hombres y mujeres) punzándose la lengua hasta sangrarse. El propósito era ofrecer su sangre, que por ser de una persona más arriba de la estructura era más valiosa y apreciada por los dioses.

Organización económica

Las semillas del cacao (Theobroma cacao) fueron utilizadas como monedas por los mayas.
Siendo la agricultura una actividad central en la vida de los mayas, se ha especulado mucho sobre las técnicas agrícolas que utilizaban con más frecuencia en la época prehispánica; si las de tipo extensivo, como el sistema de roza-tumba-quema, o las de tipo intensivo, como el riego y las terrazas. Hay evidencias de que combinaban ambas técnicas con otras alternativas, como la recolección, las huertas domésticas, los camellones o campos levantados, la arboricultura, la caza y la pesca. Es importante recordar que fue principalmente la selva tropical el tipo de ecosistema en el que los mayas vivieron y del cual obtuvieron su alimento. Sin embargo, las características del trópico varían mucho y es posible que las diferencias en clima, suelo y vegetación determinaran la explotación de los recursos naturales y el tipo de sistema agrícola utilizado. Las técnicas debieron, pues, adaptarse a la cantidad y calidad de la tierra disponible, al tipo de cultivos y a diversos factores socioeconómicos.

Comercio

El comercio fue indispensable para la economía, ya que en el área geográfica maya proveía grandes productos, pero los limitaba de otros. Durante el clásico se desarrollaron grandes mercados en las urbes que se llamaban p'polom. Tras la reorganización social de finales del postclásico no se desarrollaron los tianguis. Entre los mayas, los comerciantes hacían largos y exhaustivos recorridos para poder abastecer a pequeños comerciantes quienes distribuían de casa en casa los artículos exclusivos de ciertas zonas como el Jade, del Valle del Motagua en Guatemala, la indipensable Obsidiana de las fuentes del altiplano de Guatemala como El Chayal e Ixtepeque, las prestigiosas plumas del Quetzal, de los bosques nubosos de Guatemala, algodón del noreste, las conchas y el pescado de las costas. También la sal del norte, y de fuentes del río Chixoy en Alta Verapaz, el cacao de Tabasco, Guatemala y Honduras y el pedernal de la zona Puuc. El Arte también se convirtió en un objeto apreciado entre los nobles, y las Cerámicas Policromas de lugares como Chamá y Nebaj en el altiplano de Guatemala se distinguieron por sus finas obras que se han enconrado en muchos sitios distantes. Los grandes comerciantes adquirían gran prestigio y fama entre la nobleza maya y en algunas ocasiones eran reclutados como espías del rey.

Moneda

No existían monedas para el comercio, solamente el trueque y en ocasiones se utilizó el cacao como tal. Aunque no había un valor exacto, un conejo valía 10 semillas. El cacao conservó sus usos económicos durante un breve periodo del dominio español: El 17 de junio de 1555, por orden del Virreinato de la Nueva España, el cacao pudo ser intercambiado con monedas europeas al equivaler un Real español a 140 semillas de cacao, en 1575 bastaban 100 semillas de cacao para un real y al final de ese siglo eran 80 por un real.

Organización política (gobierno)

En el período Clásico (290 al 909 d. C.), los gobernantes supremos recibían el título de K’inich (Rostro solar), Ahaw Te‘ (señor Árbol), Ch’ul Ahaw (Señor Sagrado) o Bakab (Sostenedor del Mundo). Otros nobles emparentados con él se llamaban Ahaw (Señor).
También había gobernantes de centros o ciudades secundarios, quienes eran llamados Sahl (Sahalo’ob en plural) y le rendían fidelidad al Ahaw Te‘.
Durante el clásico terminal (800 al 1000 d. C.) y posclásico temprano (909 al 1451 d. C.) hubo otra forma de gobierno en la península de Yucatán: el Multepal o gobierno confederado, cuyas ciudades hegemónicas fueron primero Chichén Itzá y después Mayapán. En el Multepal no hubo un solo gobernante, sino que el gobierno se ejecutaba por medio de varias personas a la vez, quienes se consideraban “hermanos”. Cada uno de los integrantes del consejo de gobierno (Multepal) recibía el título de Ah Tepal.
División de cacicazgos mayas en el S.XVI según Ralph Roys
Después de la destrucción de Mayapán (1451) la península de Yucatán se fragmentó en 16 ó 17 provincias independientes llamadas Kuchkabal. Cada Kuchkabal tenía su capital, donde residía el Halach Wíinik ó Halach Uinik (Hombre verdadero), quien tenía autoridad militar, judicial y política. Cada Kuchkabal se dividía en Batabilo ‘ob (Batabil en singular) que estaban regidas por funcionarios de alto rango. Llamados Batabo ‘ob (Batab en singular). Los Batab le rendían fidelidad al Halach Wíinik y a veces eran sus familiares. A su vez, Batabil estaba dividido en varias Kuchkteel o unidades residenciales. Esta unidad organizativa residía en un pueblo y estaba dividido en familias extensas. Sus líderes se reunían en un consejo para solucionar los asuntos de gobierno y, según parece, el Batab también formaba parte de ese consejo. Los consejos de cada Batabil estaban integrados por los representantes de los intereses de las familias: ah k’ ulo ‘ub (ah k’ ul en singular) y los representantes nombrados por el Batab: ah kuch cabo ‘ob (ah kuch kob en singular). Los kuchtabal de Hocabá-Homún y Calotmul no tenían Batabes, sino que el segundo nivel de gobierno era ejercido por los Holpop, funcionarios nombrados por las cabezas familiares de las kuchteelo ‘ob.
El Halach Uinik era el sumo sacerdote de cada kuchkabal. Le seguía en categoría el Ahaw Kan May o Ah K’in May. Los sacerdotes regulares se llamaban: ah k’in, los sacrificadores: ah nakom, los que profetizaban: chilan, otros sacerdotes de menor grado: chako’ob y en el Yucatán moderno son los hmen. Los líderes o capitanes guerreros se llamaban Nakom, aunque el Batab también tenía alto rango militar.
En las tierras altas de Guatemala, el gobierno quiché estaba a cargo de los Ah Pop y el gobierno de los cakchiqueles a cargo de cuatro funcionarios llamados Ago, aunque dos de ellos ejercían el poder verdadero: el Ahpotsots’il y el Ahpoxahil.

Organización religiosa (personajes de la estructura religiosa)

  • Halach Uinik, sacerdote y gobernador del Kuchkabal (provincia).
  • Ah K’in May o Ahau Kan Mai: sumo sacerdote.
  • Ah K’in: sacerdote regular. Ah prefijo de procedencia, Kin significa Sol, es decir "el que proviene del Sol".
  • Ah Nacom: sacrificadores.
  • Chilam: profeta.
  • Chá ako’ob: ayudantes.
La religión maya era muy pendiente de sus dioses y eran acreedores y muy creyentes a ellos.

Organización social

La vida en los grandes centros urbanos del prehispánico debía ser tan compleja como lo es en las modernas ciudades de la actualidad. Lo que se sabe de los mayas nos hace pensar así. En el artículo "Los mayas" de Howard LaFay se puede leer que:
"Desapareció la imagen del hombre maya como primitivo agricultor pacífico practicando ritos religiosos esotéricos en la quietud de la selva. El resultado es un pueblo guerrero lleno de vida, en numeroso insospechado anteriormente, que usó técnicas agrícolas muy avanzadas. Y al igual que los vikingos a medio mundo de distancia, comerciaban e invadían con brío".
Howard LaFay#GGC11C
Estela maya en Campeche; bajorrelieve de personaje ataviado; Museo de la Soledad.
La sociedad maya estaba organizada sobre la base de una marcada estratificación social, a la cabeza de la cual se encontraba la nobleza, los almenehoob ("los que tienen padres y madres"). Este grupo privilegiado monopolizaba el poder y la autoridad al ostentar los puestos políticos y religiosos. El gobernante supremo de la provincia era, como ya vimos, el Halach Uinik (o Halach Wíinik) en quien residía el poder absoluto sobre los asuntos terrenales y espirituales. Se le llamaba también Ahau; sus emblemas eran el escudo redondo y el cetro en forma de figura antropomorfa con cabeza de serpiente. El cargo de Halach Uinik era hereditario dentro de una sola familia, y pasaba del padre al hijo mayor.
El Halach Uinik era, al mismo tiempo, el Batab o jefe local de la ciudad en la que vivía, y tenía bajo su mando al resto de los bataboob o jefes locales de las poblaciones que conformaban la provincia. Como jefe supremo, recibía tributo, convocaba a los guerreros y formulaba la política.
En la guerra cada Batab comandaba a sus soldados, pero existía un comandante militar supremo llamado Nacom, que desempeñaba el cargo durante tres años y respondía directamente ante el Halach Uinik.
Después de los bataboob estaban los Ah Cuch Caboob, quienes administraban los barrios en los que se encontraba dividida la ciudad. Un cargo similar era el de los Ah Kuleloob, delegados que acompañaban al Batab, sirviéndole de ayudantes, portavoces y mensajero. Encontramos también a los funcionarios encargados de las cuestiones sociales y ceremoniales, llamados Popolna y Ah Holpop. Finalmente, la categoría más baja de funcionarios era la de los Tupiles, que hacían las veces de "alguaciles" o policías, manteniendo el orden y vigilando el cumplimiento de la ley.
El grupo de los sacerdotes, llamados genéricamente ahkincob (singular: Ahkin), tenía la misma categoría que los jefes o Bataboob. El "sacerdocio" también era hereditario y privativo de unas cuantas familias de la nobleza. El supremo sacerdote recibía el nombre de Ahuacán, que significa "señor serpiente". Sus actividades se relacionaban con el ritual, los sacrificios, la adivinación, la astronomía, los cálculos cronológicos, la escritura jeroglífica, la educación religiosa y la administración de los templos.
Debajo del Ahuacán estaban los sacerdotes llamados Chilames o adivinos, destinados a interpretar los designios que los dioses enviaban a los hombres a través de los oráculos. El encargado de llevar a cabo los sacrificios rituales y abrir el pecho de la víctima para sacarle el corazón era el Nacom, que no debe confundirse con el jefe militar a quien también se le llamaba así. Le ayudaban cuatro asistentes llamados Chacoob, quienes, además de sostener a la víctima, tenían otras funciones, como la de encender el fuego nuevo en el mes de Pop, ayunar y untar de sangre a los ídolos que recién se habían esculpido en el mes de Mol.
No hay duda sobre el lugar que ocupaban los mercaderes profesionales (Ppolom) en la escala social. Eran miembros de la nobleza, no sólo por descender de los navegantes putunes conquistadores de esa tierra, sino por tener en sus manos esa importante actividad económica. Así, el cronista Antonio de Herrera y Tordecillas en su Historia general de los hechos de los castellanos en las islas y tierra firme del mar océano señala:
"En esta tierra de Acalán, usaban hacer señor al más caudaloso mercader, y así lo era Apoxpalón, que tenía gran trato de algodón, cacao, esclavos, sal, oro, aunque poco y mezclado con cobre, y otras cosas; y de caracoles colorados, para atavíos de las personas, resinas y sahumerio para los templos y tea para alumbrarse, colores y tintas para pintarse en las guerras y fiestas y para teñirse par defensa del calor y del frío y de otras mercaderías que habían menester..."
Antonio de Herrera y Tordecillas
Por su condición de nobles, los mercaderes fueron aliados poderosos de los jefes militares, ya que les informaban sobre las rutas y las posibilidades económicas y defensivas de otros pueblos.
Aunque, en general, toda la tierra era propiedad comunal y pertenecía a los pueblos, los nobles tenían mayor acceso al producto de la tierra (los frutales, las plantaciones de cacao y las salinas), no la poseían ni la trabajaban: lucraban con el trabajo de los agricultores. Éstos recibían también el pago de tributos, consistentes generalmente en productos de la caza y la pesca, cultivos de la milpa, miel, mantas de algodón y servicio personal.
Debajo de este complejo estrato que era la nobleza, estaba el pueblo, la gente común llamada Yalba Uinikoob ("hombres pequeños"), Chemal Uinicoob, Memba Uinicoob o Pizilcan, todos ellos plebeyos. Estos nombres significan lo mismo que el término náhuatl Macehual, frecuentemente utilizado en la época colonial.
La "gente común" era la más numerosa y comprendía a los campesinos, pescadores, leñadores, aguadores, albañiles, artesanos, canteros, tejedores, cargadores, etcétera. El pueblo era el que cultivaba el maíz y producía los alimentos para sí mismo y para la clase noble. También era el que cortaba, cargaba, labraba y esculpía las piedras que conformarían los grandes edificios, el que construía las calzadas y los templos, el que decoraba sus fachadas con pinturas y mosaicos, y el que con su tributo en especie y en trabajo sostenía a la clase privilegiada.
Por debajo del pueblo se encontraba el último peldaño en la escala social: los esclavos, (ppentoc, masculino y munach, femenino). Eran, en su mayor parte, individuos capturados en la guerra o bien esclavizados por algún delito. También se podía nacer esclavo o convertirse en tal al ser vendido en el comercio o al quedar huérfano.
En forma esquemática se puede decir que la sociedad maya se dividía en cuatro grandes grupos sociales:
  • La nobleza formada por sacerdotes, guerreros, burócratas y comerciantes, ejercía el poder y se pertenecía a este grupo sólo por nacimiento.
  • Los artesanos especializados, que elaboraban los objetos utilizados por la nobleza para vestirse, adornar sus viviendas y demostrar su rango.
  • Los campesinos que vivían dispersos en torno a las ciudades y tributaban un tercio de lo que producían a la nobleza.
  • Los esclavos, prisioneros de guerra que eran vendidos para hacer trabajos o para ser sacrificados en determinados rituales a la lluvia, la tierra o el sol.