jueves, 7 de julio de 2011

Religión

Representación tradicional de Ixtab, diosa del suicidio.
Dominando la mayoría de los aspectos de la vida de los mayas, se encontraba la religión, siempre presente y dejando sentir su influencia en los ritos agrícolas, en las ceremonias públicas, en el arte y la cultura. Su importancia fue muy grande, si se toma en cuenta que estuvo fuertemente ligada al control político, a la ideología que sustentó a la civilización maya y que, como las ciencias, estuvo también en manos de un grupo especializado, el de los sacerdotes. La religión maya tenía tres características fundamentales:
  • Religión politeísta: Se adoraba a varios dioses a la vez.
  • Religión de Aspectos Naturalistas: Los dioses eran los elementos, los fenómenos atmosféricos, los cuerpos celestes.
  • Religión Dualista: Partía del principio de que el bien y el mal son igualmente divinos. Los dioses del bien estaban en constante lucha con los dioses del mal, pero eran tan inseparables uno del otro como el día y la noche. Otros ejemplos son: el padre fecundante y la madre fecundada; la vida y la muerte (lo más parecido que podemos encontrar es tal vez el yin y el yang). Los destinos de la humanidad se veían afectados siempre por esta lucha. Los dioses benévolos producían cosas positivas, como el trueno, el rayo, la lluvia, el maíz y la abundancia. A los dioses malévolos en cambio, se les atribuía el hambre y la miseria causadas por los huracanes, las sequías y la guerra sembradora de muerte y destrucción. Un excelente ejemplo de esto es una representación en un códice en la que Chac, dios de la lluvia, planta un árbol, mientras que a su lado Ah Puch, dios de la muerte, lo arranca y lo rompe en dos.

Dioses mayas

  • Hunab Kú: (Su nombre significa "un solo dios ") Dios Creador. Era el principal dios maya, creador del mundo y de la humanidad a partir del maíz. En relación con esto, Domingo Martínez Paredes en su libro Hunab Ku, Síntesis del pensamiento filosófico maya, nos dice:
"Analizados detenidamente los conceptos éticos y estéticos del pueblo maya, desde las obras materiales hasta las del intelecto, fuimos llegando a conocer —gracias al análisis lingüístico y filológico—, la realidad de la expresión hunab ku, como "dador del movimiento y la medida", ya que los elementos de que se compone lo revelan así: hun, "único", "solo"; nab, "medida" y "movimiento" y ku o kub, "dador".
Domingo Martínez Paredes
Hunab Ku (padre y señor de todos los dioses), es considerado el ser absoluto, que jamás fue representado bajo ningún aspecto o concepto, y que sin embargo, estaba presente en todo como dador de la medida y el movimiento.
Hay un dios que preside la guerra, los sacrificios humanos y la muerte violenta. Los dioses principales o más conocidos son, Kukulkán en el Período Posclásico, Chac, Itzamná, Ah Muken Kab (el dios descendente), y trece dioses del mundo superior (Oxlahun Ti K'u) y nueve del inframundo (Bolon Ti K'u).

Concepción del Mundo

Los mayas concebían al cosmos compuesto por 13 cielos, uno sobre otro, siendo la tierra la capa más baja. Sobre cada cielo presidían trece dioses, llamados los Oxlahuntikú. Bajo la tierra había otros nueve cielos, también en capas, sobre los que presidían los Bolontikú. El último de estos cielos era el Mitnal, el infierno maya, reino de Ah Puch, señor de la muerte.
Creían que, antes que el suyo, habían existido otros mundos destruidos todos por el diluvio. El mundo actual era sostenido por cuatro hermanos guardianes llamados Bacabes, localizados en los cuatro puntos cardinales. En el centro del mundo maya se encontraba el Yaxché, o ceiba sagrada, cuyas ramas se elevaban a los cielos y cuyas raíces penetraban en el inframundo.

Ritos

Las pirámides son sus templos y los fieles asistían a las ceremonias al aire libre, abajo y al frente, de la pirámide-templo. Solicitaban de sus dioses los dones de la vida, la salud y el sustento, a cambio de los cuales realizaban una serie de ofrendas y de ceremonias purificadoras inmersas en un complejo ritual. Practicaban los flechamientos y arrojaban a los niños, doncellas y piezas de oro al Cenote Sagrado de Chichén Itzá, como ofrenda al dios Chaac. El autosacrificio tenía muchas variantes, como por ejemplo cuando ellos se sacaban sangre de diversas partes del cuerpo con punzones de hueso o espinas de maguey y ofreciéndolas en tiras de papel.
Sylvanus G. Morley, en su obra «La civilización maya», observa que
"Las oraciones formaban un elemento esencial del ritual maya, y la ayuda de los dioses se buscaba en todo género de actividades, en la adivinación, profecía y horóscopos, en los ritos de la pubertad y del matrimonio, en toda clase de ceremonias generales, para librarse de dificultades, y para reprimir al diablo que las causaba, para conseguir la maternidad para una mujer sin hijos, para expulsar a los espíritus malignosantes de comenzar cualquier ceremonia, para evitar la sequía y las plagas de langosta que producían el hambre, la enfermedad, el robo y la discordia y cambios dinásticos y jerárquicos que conducían a la guerra, y para tener éxito feliz en toda clase de empresas, agricultura, caza, pesca, comercio".
Sylvanus G Morley
La danza era también una parte importante del ritual. Tanto hombres como mujeres tenían sus bailes particulares y rara vez bailaban juntos. El baile de Holcan Okot, por ejemplo, era realizado por 800 guerreros que se movían con precisión absoluta mientras invocaban la ayuda y protección de Kakupakat.
Las fiestas dedicadas a los dioses se celebraban en las fechas fijas establecidas por el tzolkin o calendario ritual. Los sacerdotes organizaban las ceremonias, la ornamentación de los templos y la presentación de las ofrendas. Había también juegos de pelota (pot-a tok), dramatizaciones, procesiones y otros festejos.
Elementos de las ceremonias
Los mayas tuvieron un calendario para diversos festejos y ceremonias. Entre las ceremonias que aún se practican tenemos al Ch’a Chaak, encabezada por el H-men (especie de Chamán), para invocar a los Chaques, ayudantes del dios de la lluvia cuando la temporada de lluvias se retrasa. Se creía que las cuevas de la península, especialmente Loltún y Balankanché, eran lugares para entrar al inframundo. A mediados del siglo pasado, en la Guerra de Castas, tuvo una actuación destacada la Cruz Parlante, elemento propio de la religión maya, la cual es independiente de la cruz cristiana. La Cruz Maya la vemos en Palenque (Chiapas) y es una estilización del árbol cósmico o de la planta del maíz. Esta cruz es un símbolo de las 4 direcciones o ángulos del mundo y deidad por sí sola. El uso de la Cruz Parlante entre los mayas participantes en la Guerra de Castas (mediados del siglo pasado) fue un factor que los unió y los hizo resistir situaciones muy difíciles. La localidad donde se localizó la Cruz Parlante se le conoció como Chan Santa Cruz y ahora como Felipe Carrillo Puerto. Es importante recalcar que la Guerra de Castas permitió a los mayas recuperar la soberanía en un territorio y éste es el único caso en su tipo en América. Actualmente se sigue venerando a la cruz y se le viste con hipiles (vestidos típicos), espejos, flores y diversos adornos entre los mayas de Yucatán y los tzotziles de Chiapas.

La muerte en la religión maya

Según la religión maya, después de la muerte el alma emprende un camino a Xibalbá (Metnal, Mundo Subterráneo o Inframundo), donde debe atravesar un río ayudado de un perro (el xoloitzcuintle). El hecho de portar una pieza de jade le facilitará las cosas. El peregrinaje terminará en el sur adonde llega el alma (el inframundo para las culturas nahuas —entre ellos los aztecas o mexicas— se asocia con el norte y el color negro; para los mayas con el sur y el color amarillo). Sin embargo, hay un paraíso en el cielo donde las almas afortunadas de los guerreros muertos en combate (muerte sagrada) acompañan al Sol.
Entre los diversos tipos de muerte sagrada en Mesoamérica se encuentran: las mujeres embarazadas muertas en el primer parto; las personas ahogadas, suicidadas, muertas de lepra o sacrificadas y los guerreros muertos en batalla pues la calidad de vida (buena o mala) no importaba tanto como la forma de morir. Al final, las almas de los que morían sagradamente también descendían al inframundo. Los mayas consideraban que el alma de una persona que iba al inframundo renacía (renacimiento) en un individuo de la misma especie, sin ningún recuerdo de la vida anterior. Se debe recordar que al interactuar la gente del centro de México con los mayas, en ocasiones vamos a encontrar ideas religiosas, y de otros tipos, entrelazadas y debemos ser cautos para distinguir en lo posible, si son ideas mayas o de otros lugares.
Así mismo los mayas conservaban los cráneos de sus antepasados y les hacían ofrendas de alimentos (rito a los antepasados).

Sacrificios humanos

Los sacrificios humanos eran una práctica común en los pueblos de Mesoamérica. Para poder explicar mejor el origen de los sacrificios humanos debemos entender la razón de la creación del hombre en un libro sagrado de los mayas: el Popol Vuh. En este libro quiché se relata el modo en que los dioses originales acordaron crear al mundo, ya que el mundo servirá como habitación del hombre. La misión del hombre es venerar y alimentar a los dioses. Pero del mismo modo en que los hombres comen maíz, y éste es un alimento material; los dioses en tanto seres sobrenaturales debían alimentarse de un alimento sobrenatural: la energía cósmica que se encontraba en la sangre y el corazón de los sacrificados.
Algunos autores (entre ellos Marvin Harris) argumentaron que el sacrificio humano en Mesoamérica se debía a la necesidad proteínica de los pueblos de la región. Sin embargo, hay que señalar que aunque se practicó el canibalismo, éste no fue nunca extensivo a toda la población ni cotidiano. El canibalismo era un acto ritual del que estaban excluidas las clases más bajas de la sociedad. Además, el sacrificio mortal no era el único tipo de sacrificio que practicaron los mesoamericanos, como muestran las pinturas de Bonampak, donde es posible observar a miembros de la clase dirigente (hombres y mujeres) punzándose la lengua hasta sangrarse. El propósito era ofrecer su sangre, que por ser de una persona más arriba de la estructura era más valiosa y apreciada por los dioses.

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